La iglesia San Francisco de Castro, ubicada en la Plaza de Armas de la ciudad del mismo nombre, es una de las construcciones religiosas más imponentes del archipiélago de Chiloé. Su edificación comenzó a inicios del siglo XX, siguiendo los planos diseñados por el arquitecto italiano Eduardo Provasoli. A diferencia de otras iglesias chilotas, esta estructura presenta una notable influencia neogótica y neoclásica, lo que la hace única dentro del conjunto de templos de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera.
Este templo destaca por sus grandes dimensiones, dominando el paisaje urbano de Castro con su imponente silueta. Sus medidas son excepcionales: cuenta con una superficie de 1.404 m², un ancho de 52 metros y una altura total de 27 metros. Su cúpula, ubicada sobre el presbiterio, alcanza los 32 metros, mientras que sus torres gemelas se elevan hasta los 42 metros de altura, convirtiéndolas en un ícono arquitectónico reconocible desde diversos puntos de la ciudad.
El interior de la iglesia resalta por su exquisito trabajo de ebanistería, con revestimientos completamente elaborados en madera de alerce. Este minucioso trabajo artesanal refleja la maestría de los carpinteros de ribera de la zona, quienes aplicaron sus conocimientos en la construcción naval para levantar esta majestuosa obra. Su espaciosa nave central y los detalles ornamentales la convierten en una de las iglesias más bellas y mejor conservadas del archipiélago.
Debido a su valor histórico, cultural y arquitectónico, el 19 de julio de 1979 fue declarada Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico, mediante el Decreto Supremo N° 1875. Más tarde, en el año 2000, fue reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, consolidando su importancia como un hito fundamental del legado religioso y patrimonial de Chiloé.
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