Ubicada a 4 kilómetros al sur de la ciudad de Castro, en la comuna del mismo nombre, la iglesia fue declarada Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico mediante el Decreto Supremo N° 422 en el año 1984. Su relevancia patrimonial se debe tanto a su historia como a su singular arquitectura, que refleja la tradición constructiva de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera.
La estructura actual data de mediados del siglo XIX, siendo finalizada en 1890. A lo largo del tiempo, ha recibido diversos aportes para su conservación, lo que ha permitido mantener su esencia y características originales. Su interior destaca por la imagen de San Miguel, una talla de madera realizada en una sola pieza, símbolo de la devoción y el trabajo artesanal de la comunidad. Además, la iglesia conserva gran parte de su santería, su sacristía y sus pinturas murales, las cuales imitan el mármol, un rasgo distintivo de la ornamentación de los templos chilotes.
Desde el punto de vista arquitectónico, presenta una torre con dos tambores de planta octogonal y un chapitel revestido en tejuelas, lo que le otorga una apariencia imponente y representativa del estilo neoclásico adaptado a la madera. Su pórtico está sostenido por pilares apoyados en basas, mientras que los arcos de medio punto y la bóveda de la nave central con un arco rebajado aportan elegancia y armonía a su diseño.
Construida con maderas nativas como el ciprés y el alerce, la iglesia es un testimonio vivo de la destreza de los carpinteros de ribera, quienes, con técnicas heredadas por generaciones, han logrado preservar su estructura a lo largo del tiempo. Esta iglesia no solo es un lugar de culto, sino también un ícono del patrimonio arquitectónico y cultural de Chiloé, reflejando la identidad y tradición de sus habitantes.
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